viernes, diciembre 01, 2006

ANOREXIA

La Anorexia es una enfermedad que está haciendo estragos entre la población joven y adolescente de algunos países de Occidente.

No se conocen sus causas, aunque se han descubierto ciertos factores que favorecerían su aparición y progreso.

Precisamente esos elementos son tenidos muy en cuenta por los especialistas para efectuar sus diagnósticos, a saber: 1) características genéticas y biológicas; 2) entorno familiar; 3) conflictos psíquicos; 4) presiones y expectativas sociales.

A este cuarto grupo deseo referirme, pues es el que más daño provoca y del que poco o nada se ocupan quienes poseen herramientas para hacerlo.

La influencia social está presente en todo momento, desde las pantallas de los televisores hasta las playas de veraneo. La meta es perder peso para poder vestir prendas cuyos talles han sido reducidos en dos o más medidas.

Ciertas campañas publicitarias, dirigidas al segmento joven de la población, hacen hincapié en la belleza estética según parámetros caprichosos que proponen cuerpos excesivamente delgados, casi esqueléticos, como paradigmas de la elegancia femenina.

Los desfiles de modas son vidrieras donde se exhiben los tics más extravagantes de la sociedad. Sin palabras, tan sólo con imágenes, provocan en el público más joven y especialmente en las chicas adolescentes, la necesidad imperiosa de recurrir a cualquier medio con tal de parecerse a las modelos de cuerpos descarnados y rodillas salientes que triunfan en las pasarelas.

Los enfermos de Anorexia tienen una visión distorsionada de sus propios cuerpos, al extremo de imaginar “rollos” donde sólo hay piel y huesos, lo que convierte a esta gente en fáciles presas de los mercaderes de la muerte disfrazados de empresarios textiles y comerciantes de prendas de vestir.

Por supuesto que no es justo generalizar, pues existen no pocos empresarios y comerciantes del rubro que honran a sus profesiones, pero también es cierto que un grupo muy influyente de fabricantes y distribuidores ha optado por multiplicar sus ganancias recurriendo a cualquier medio, por ejemplo falsear groseramente las medidas reales de los talles.

A esos ambiciosos no les alcanzó con recortar por abajo y luego arriba y más tarde otro poco abajo y después otro tanto arriba las polleras y demás prendas, maniobra que les reportó una impresionante masa de dinero que resulta escandalosa, sino que fueron por más y así aparecieron, por ejemplo, talles 40 que en realidad son 36 ó 34, una estafa de consecuencias terribles para la salud de los compradores.

En Argentina se ensayó una especie de regulación, por denominarla de algún modo, de la venta de ropa en los comercios, exigiéndose variedad de talles como para proveer a todo tipo de clientes, pero tanto los fabricantes como sus distribuidores y bocas de expendio al público ofrecieron resistencia inusitada, incluso con intervención de la Justicia, contra esa medida que proponía un ejercicio más racional y saludable de esta actividad. Al poco tiempo fueron allanados algunos de los tantísimos talleres clandestinos de confección de prendas de vestir que existen, quedando al descubierto una cadena denigrante de explotación humana que tenía y tiene como únicos beneficiarios a esos malos empresarios, responsables en gran medida del aumento diario de casos de Anorexia en nuestro país.

¿Quién le pone el cascabel al gato?

¡Se trata de la salud de miles de niñas y jovencitas que podrían morir si nadie hace nada al respecto!

Cada año son menos los jóvenes y niños que reciben adecuada formación dentro y fuera de sus familias. La educación ha sido relegada y prácticamente está ausente en las actividades diarias de la población. Cada día se habla peor y se piensa menos. Los valores morales han sido desplazados por falsos preceptos sociales que privilegian el poder económico, el placer, la apariencia y la fama por sobre cualquier otro bien en el mundo. En este difícil contexto algunos medios siembran más confusión en vez de esclarecer.

Así estamos. ¿Y después?

No todas las personas enfermas de Anorexia fallecen a consecuencia de esta enfermedad, pero el riesgo les cabe y también la sombría amenaza de salvarse pero quedar gravemente afectadas de por vida.

Esta cuestión excede con creces el terreno de lo comercial, artístico y/o publicitario, porque las malas artes de ciertos irresponsables significan una tremenda amenaza a la integridad física y psíquica de los jóvenes.

Por eso es imprescindible contar con herramientas legales que nos permitan frenar y penar severamente a quienes desde los medios de difusión, campañas publicitarias, desfiles de modas, diseño y elaboración de prendas de vestir, etc., confundieran a los adolescentes y los arrojaran a la Anorexia.

Creo que en vez de estar discutiendo proyectos surrealistas, como el de la obligatoriedad para los cónyuges masculinos de compartir las tareas domésticas con sus mujeres, las cámaras de legisladores deberían estar abocadas a la creación de leyes que regulen las actividades antes mencionadas y prevean castigos ejemplificadores para quienes dentro de ese marco provocaran por acción u omisión daños graves, gravísimos o la muerte de adolescentes, jóvenes y/o adultos.

Y para concluir se me ocurre esta pregunta: ¿sabe Ud. que la Anorexia no afecta a las franjas de población carentes de suficiente alimentación? Lo preocupante en esos casos es la desnutrición, consecuencia de la escasez involuntaria que padecen esas personas, pero no hay anoréxicos entre las mismas.

Para meditarlo, ¿verdad?

Patricio Junco

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