viernes, julio 31, 2009

ENTRE DOS EXTREMOS

Los argentinos hemos padecido injusticias y traiciones provenientes de ambos costados del abanico político, razón por la cual nos cuidamos mucho de volcar nuestras simpatías hacia uno u otro extremo, prefiriendo más bien una posición equilibrada que nos mantenga lejos de los excesos de cualquiera de esos sectores no identificados plenamente con la democracia.

La aventura marxista armada que comenzara en los setenta nos llenó de sangre y horror. ¿Quién puede ignorar de dónde les llegaban las armas y demás apoyo militar a los terroristas? Varios países aportaron lo suyo para que el terrorismo pudiera ganar terreno en América del Sur. No fue una cuestión local, sino internacional.

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Quince años antes de la aparición masiva del terrorismo marxista en nuestra América del Sur, el hermano menor de mi padre fue asesinado por ametrallamiento en los alrededores de Plaza de Mayo.

La trágica muerte de mi tío ocurrió el 16 de Junio de 1955 y las balas que cercenaron su joven vida fueron disparadas desde aviones de la armada argentina que respondían a un sector cívico-militar que quería derrocar a Juan Domingo Perón.

¿Alguien ignora cuáles fueron los países potencia que participaron en la planificación de la destitución a sangre y fuego del presidente constitucional de entonces?

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La mayoría de los argentinos con varios años vividos sabemos, nos crean o no, que los extremos se tocan.

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No me simpatizan las ideologías que transforman a los hombres en engranajes adaptados y sometidos a la suprema voluntad de los poderosos de turno. Se denominen marxismo o capitalismo. Estoy a favor de ideas que propongan un reacomodamiento global político, ético y económico que garantice igualdad de derechos para todos, sin más hambre en el mundo y con plena vigencia de las libertades individuales y colectivas. En otras palabras, el desmembramiento de los viejos y fracasados sistemas que no le han sabido dar respuestas justas a los habitantes del planeta.

Aunque parezca inalcanzable, este propósito es factible de ser llevado a cabo si somos capaces de salir de los esquemas paralizantes que nos han impuesto. Les sugiero que lo piensen un poco antes de emitir juicio alguno. Imaginen un mundo mejor, menos contaminado, con más educación y salud para todos, con países cooperando mutuamente y pueblos relacionándose amistosamente sin barreras. Un mundo digno de ser habitado y vivido.

Lo podemos lograr si en vez de gastar energías en enfrentamientos nos intercambiamos ideas y las complementamos constructivamente. No me refiero a pocos individuos discutiendo las soluciones del mundo, sino a todos los adultos aportando propuestas, inquietudes y fórmulas para mejorar lo existente o construir algo superior.

¡Dios nos ilumine!

A. L.

Fuente: Martha Colmenares

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