LOS CHICOS DEL BARRIO
(Cuento corto con final abierto)
Sobradores, despectivos, prepotentes, mentirosos, inmorales, los Chicos Malos cometen cada día una nueva tropelía en perjuicio de los Chicos Buenos del barrio.
Mandonean, amenazan, extorsionan, atropellan, con total impunidad, porque son ricos y poderosos. Se mofan de las leyes, pero se valen de la Justicia para amedrentar a los Chicos Buenos.
Acumulan poder y riquezas con el afán de convertirse en dueños absolutos del barrio.
Y para asustar a los Chicos Buenos y frenar cualquier intento de resistencia cuentan con banditas de villanos que matonean, trompean, patean y apalean a diestra y siniestra.
Esto ocurre en mi barrio cuyo verdadero nombre es Amor y Paz, pero que los Chicos Malos han rebautizado Odio y Violencia.
En Europa, muy lejos del barrio, dicen que el frío, más el desgaste de las tropas alemanas por tener que atacar y resistir tantos frentes a la vez, está acelerando el final de la guerra mundial.
No les creo a los líderes que tratan de justificar sus locos planes expansionistas y hegemónicos exhibiendo supuestas conclusiones científicas que aconsejan purificar genéticamente a la raza humana. ¿Y ellos son puros? ¿No están contaminados?
Los judíos y católicos, los enfermos y ancianos, los débiles, ¿deben ser asesinados porque no se ajustan a los parámetros genéticos de la “raza superior”?
Cada vez que aparece ese hombre vanidoso gesticulando y vociferando ante la multitud, orgulloso de su grotesco peinado y no menos payasesco bigote, me pregunto si no estaré viendo una mala película cómica. Por desgracia se trata de un drama tan real como el espanto que causa.
¿Sabrán los Chicos Malos que la guerra está por concluir? ¿Se habrán enterado alguna vez de que en otras tierras cientos de miles de personas han muerto y mueren por culpa de algunos dementes?
Antes las calles eran tranquilas y los vecinos se saludaban amablemente. Ahora se respira miedo y casi todos están enemistados.
Un psiquiatra sostiene que los Chicos Malos están rematadamente locos, crónicamente enfermos, irremediablemente perdidos.
Y un famoso cura exorcista se refirió a los Chicos Malos como “pobres criaturas poseídas por el demonio”.
No sé si están o no dementes o poseídos, pero desde que ellos aparecieron en nuestras vidas no hay paz ni alegría en el barrio, todos desconfían y nadie cree en nada.
Los únicos que se beneficiaron con la llegada al barrio de los Chicos Malos son algunos grupitos que jamás aportaron algo positivo a los vecinos.
Es noche ya. Seguramente los Chicos Buenos deben estar rezándole a Dios para que los libre de los Chicos Malos. Y estos últimos quizás estén ajustando los detalles de un nuevo plan para aumentar las desdichas de sus víctimas.
Los ejércitos alemanes han sido diezmados y corre el rumor de que el hombre más temido y poderoso de esta época se ha suicidado. Me pregunto para qué tanta tortura y dolor, tanta calamidad y muerte, tanta ambición, vanidad y orgullo, si al final el poder terrenal siempre acaba derrumbándose como un castillo de naipes.
¡Se me acaba de ocurrir una idea! ¿Y si les propongo a los Chicos Malos que se informen de las últimas noticias de la guerra? Quizás se den cuenta del futuro que les aguarda si no cambian de actitud.
Ojalá reaccionen positivamente integrándose al barrio como simples vecinos. Los reeducaríamos para que pudieran convivir sin conflictos con los Chicos Buenos. Estoy segura que valdría la pena el esfuerzo.
Dice mi abuelo que la pesadilla ha finalizado y que poco a poco la paz y la cordura retornarán al mundo. Las máquinas de matar serán sustituidas por tractores, arados, sembradoras, cosechadoras, para alimentar y sostener la vida.
¿Habrán aprendido la lección los orgullosos, los violentos?
¡Estoy ansiosa aguardando la salida del sol! ¿Me escucharán los Chicos Malos o se burlarán de mí?
Angélica Nieves Valente
(Exclusivo para Sol del Sur)
Sobradores, despectivos, prepotentes, mentirosos, inmorales, los Chicos Malos cometen cada día una nueva tropelía en perjuicio de los Chicos Buenos del barrio.
Mandonean, amenazan, extorsionan, atropellan, con total impunidad, porque son ricos y poderosos. Se mofan de las leyes, pero se valen de la Justicia para amedrentar a los Chicos Buenos.
Acumulan poder y riquezas con el afán de convertirse en dueños absolutos del barrio.
Y para asustar a los Chicos Buenos y frenar cualquier intento de resistencia cuentan con banditas de villanos que matonean, trompean, patean y apalean a diestra y siniestra.
Esto ocurre en mi barrio cuyo verdadero nombre es Amor y Paz, pero que los Chicos Malos han rebautizado Odio y Violencia.
En Europa, muy lejos del barrio, dicen que el frío, más el desgaste de las tropas alemanas por tener que atacar y resistir tantos frentes a la vez, está acelerando el final de la guerra mundial.
No les creo a los líderes que tratan de justificar sus locos planes expansionistas y hegemónicos exhibiendo supuestas conclusiones científicas que aconsejan purificar genéticamente a la raza humana. ¿Y ellos son puros? ¿No están contaminados?
Los judíos y católicos, los enfermos y ancianos, los débiles, ¿deben ser asesinados porque no se ajustan a los parámetros genéticos de la “raza superior”?
Cada vez que aparece ese hombre vanidoso gesticulando y vociferando ante la multitud, orgulloso de su grotesco peinado y no menos payasesco bigote, me pregunto si no estaré viendo una mala película cómica. Por desgracia se trata de un drama tan real como el espanto que causa.
¿Sabrán los Chicos Malos que la guerra está por concluir? ¿Se habrán enterado alguna vez de que en otras tierras cientos de miles de personas han muerto y mueren por culpa de algunos dementes?
Antes las calles eran tranquilas y los vecinos se saludaban amablemente. Ahora se respira miedo y casi todos están enemistados.
Un psiquiatra sostiene que los Chicos Malos están rematadamente locos, crónicamente enfermos, irremediablemente perdidos.
Y un famoso cura exorcista se refirió a los Chicos Malos como “pobres criaturas poseídas por el demonio”.
No sé si están o no dementes o poseídos, pero desde que ellos aparecieron en nuestras vidas no hay paz ni alegría en el barrio, todos desconfían y nadie cree en nada.
Los únicos que se beneficiaron con la llegada al barrio de los Chicos Malos son algunos grupitos que jamás aportaron algo positivo a los vecinos.
Es noche ya. Seguramente los Chicos Buenos deben estar rezándole a Dios para que los libre de los Chicos Malos. Y estos últimos quizás estén ajustando los detalles de un nuevo plan para aumentar las desdichas de sus víctimas.
Los ejércitos alemanes han sido diezmados y corre el rumor de que el hombre más temido y poderoso de esta época se ha suicidado. Me pregunto para qué tanta tortura y dolor, tanta calamidad y muerte, tanta ambición, vanidad y orgullo, si al final el poder terrenal siempre acaba derrumbándose como un castillo de naipes.
¡Se me acaba de ocurrir una idea! ¿Y si les propongo a los Chicos Malos que se informen de las últimas noticias de la guerra? Quizás se den cuenta del futuro que les aguarda si no cambian de actitud.
Ojalá reaccionen positivamente integrándose al barrio como simples vecinos. Los reeducaríamos para que pudieran convivir sin conflictos con los Chicos Buenos. Estoy segura que valdría la pena el esfuerzo.
Dice mi abuelo que la pesadilla ha finalizado y que poco a poco la paz y la cordura retornarán al mundo. Las máquinas de matar serán sustituidas por tractores, arados, sembradoras, cosechadoras, para alimentar y sostener la vida.
¿Habrán aprendido la lección los orgullosos, los violentos?
¡Estoy ansiosa aguardando la salida del sol! ¿Me escucharán los Chicos Malos o se burlarán de mí?
Angélica Nieves Valente
(Exclusivo para Sol del Sur)
Etiquetas: CUENTOS, REFLEXIONES