¿DEMOCRACIA EN COMA?

Todos sabemos que los sistemas democráticos no son perfectos, es verdad, sin embargo son lo mejorcito que hemos encontrado hasta el momento para manejar inmensos grupos humanos sin caer en el caos.
Las democracias presentan flancos débiles, falencias y hasta injusticias, por lo que necesitan atención, reparación y renovación constantes.
Cuando en nombre de la democracia se llevan a cabo actos de gobierno contrarios al espíritu del sistema, podemos decir que estamos ante flagrantes violaciones del bien que se pretende representar y defender. En esos casos los transgresores deberían ser apartados de sus funciones, juzgados y condenados, para resguardar la salud y continuidad de la democracia.
La Constitución a veces es avasallada desvergonzadamente por quienes han sido elegidos para custodiarla y hacerla respetar. Por supuesto que no todos actúan de igual manera –supongo, quiero creer, deseo que así sea–, lo que nos deja una ventanita abierta para no morir de asfixia.
Nuestro país es un laboratorio de experimentación plagado de contaminantes. Todo o casi todo resulta válido para "alcanzar los objetivos propuestos", sin demasiado (o ningún) respeto por la gente, las necesidades del pueblo, la justicia, en definitiva el bien común.
Por eso la palabra "democracia" suena extraña cuando nos la disparan como cañonazos en las campañas electorales, ya que el concepto queda acotado, absolutamente restringido, a la capacidad y obligación de colocar en las urnas los sobres cerrados, cada uno conteniendo –o no– la boleta partidaria elegida.
Al parecer, entonces, democracia es el "poder" de votar en un cuarto oscuro donde, por extrañas causas jamás esclarecidas, faltan boletas de los candidatos no oficialistas.
Para distorsionar, frenar, impedir la marcha de la verdadera democracia se acude, sin pudor ni arrepentimiento, a una interminable lista de eufemismos que provocan ronchas.
"Preservar la democracia", así de linda y pomposa rueda la frase más hipócrita y contradictoria de los últimos tiempos, detrás de la que se enconden propósitos mal disimulados de hegemonía absoluta.
Y para concretar dicho objetivo –la "preservación" del sistema democrático– se recurre a la violación sistemática de los derechos de igualdad establecidos en la Constitución Nacional. Para que se comprenda mejor la idea diré que, según el "pensamiento" de ciertos falsos demócratas, algunos somos "menos iguales" y por eso merecemos la hoguera y la deshonra.
¿Acaso un ministro muy importante (por el cargo que desempeña) no se dio el lujo de descalificar la capacidad intelectual de la mayor parte del electorado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, porque dicha jurisdicción no favoreció con sus votos a la candidata del oficialismo?
¿Cuál fue el llamado de atención, tironcito de orejas, reprimenda, que desde el más alto nivel de poder le llegó a dicho ministro?: ¡confirmarlo en su puesto para la administración entrante!
¿Qué democracia? ¿El diario? ¡Ya no se edita más!
Hoy y acá, ojalá me esté equivocando, a la democracia la sostenemos los que menos disfrutamos de sus virtudes. La explotan y manejan a su antojo los más intolerantes y sectarios, los únicos "buenos" de la película, los que tienen toda la razón y por lo mismo no admiten ideas, opiniones o voluntades que los contradigan.
Por eso, a pesar de algunos aspectos que no me agradan de su actual personalidad, aplaudo al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que no utilizó el poder para amañar la reciente elección en su país, sino que aceptó y reconoció la voluntad expresa de los electores que, por pequeña diferencia, le dijeron no a la propuesta presidencial.
Indudablemente un gesto de grandeza que lo honra a él y a la democracia. Ojalá sirva de ejemplo para otros mandatarios de la región.
No sólo por inédito, sino también por otras razones, el traspaso presidencial del próximo lunes me resulta poco convincente,.por lo menos preocupante.
No porque la persona elegida no reúna las cualidades necesarias para ocupar la más alta magistratura (quizás nos asombre con una administración brillante y beneficiosa para todos; yo personalmente le deseo un rotundo éxito en su gestión, pues sería magnífico para el país), sino por los métodos empleados para llegar a la meta, sin internas partidarias, sin que la ciudadanía pudiera participar para elegir candidatura, todo detrás del escenario, convirtiéndonos al resto en meros espectadores pasivos (más o menos lo que sucede en algunos sindicatos).
No olvidemos que todos, sin excepción, tenemos derecho a elegir y ser elegidos, no sólo los que han hecho de la política su profesión habitual.
Ojalá las experiencias vividas nos sirvan para encauzar al país por senderos de gloria y crecimiento, no de disputas mezquinas y destructivas. Que los políticos "adolescentes" maduren de una buena vez y dejen de mezclarnos a los ciudadanos comunes en sus reyertas domésticas. Somos un país, una nación, no un equipo de fútbol.
En un contexto tan enrarecido, donde según algunos ministros los hechos pasan a ser "sensaciones", tengo la "sensación" de que nuestra democracia, si no es atendida rápidamente con vocación y generosidad, puede caer en estado de coma."inducido", del que no se vuelve espontáneamente...
José Manuel Franc
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